Reflexiones

Mirando desde arriba

“A veces es conveniente mirarlo todo desde arriba. En altura, el mundo se percibe distinto...

“A veces es conveniente mirarlo todo desde arriba. En altura, el mundo se percibe distinto. Tomar perspectiva nos puede ayudar a comprender ciertas cosas. La distancia entre el viajero y el lugar visitado se agranda y muchas veces nos empeñamos en comprender los parajes por los que transitamos en lugar de disfrutar simplemente de la aventura. Últimamente no viajo para llegar a ningún sitio, simplemente por el placer de hacerlo. El origen y el destino de un viaje han dejado de ser relevantes, lo importante es todo aquello que sucederá por el camino. La aventura está ahora en el propio viaje.

Hace mucho tiempo que dejé de visitar países en su totalidad y que desterré la ambición absurda de conocer y entender las realidades de otros territorios. Hay zonas del mundo que no pueden entenderse si no has nacido en ellas, con lo cual ya no me apetece visitar con prisa un país para intentar ver lo máximo posible en el menor tiempo. Y por el camino confundirlo todo. No, no colecciono “chinchetas” ni pinchos ni banderitas  en un mapamundi, no tengo obsesión alguna por obtener el record de países visitados (creo que alguien ya lo hizo, o eso parece). Ahora descubro lugares, y no son muescas en la culata de un revolver imaginario, simplemente son rincones imposibles en los que me dedico a transitar sin prisas dejando morir el tiempo.

Algunos dirán que se ven menos cosas, pero estoy convencido que se percibe mucho más. Las sensaciones se suceden a cada instante y los encuentros casuales nos permiten descubrir a las personas. No transito por aldeas perdidas en medio de la nada, sino que me detengo algún tiempo en muchas de ellas. El viaje así es mucho más largo, se extiende de manera caprichosa llegando incluso a confundir las semanas y a veces los meses. No conozco una mayor sensación de libertad.

En Madagascar muchos viajeros todavía no lo han entendido así, y se empeñan en un intento desesperado de ver casi toda la isla en menos de 3 semanas, de forma un tanto acelerada. Ese no debería ser nunca el camino. No estamos obligados a verlo todo en un solo viaje. 

Se supone que salimos de nuestro primer mundo para viajar a una realidad distinta en el tercero, pero por desgracia a veces nos traemos nuestro caprichoso estilo de vida con nosotros, la impaciencia congénita de Occidente, la obsesión de algunos humanos por medir el tiempo de manera horizontal. En el sur del Sur, el tiempo es siempre circular y fluye de manera anárquica , y como todo en esta isla, gravita en una nebulosa que nos permite también levitar un poco a nosotros, levantarnos unos pies del suelo, después unos metros, tal vez unas decenas de ellos, y tomar perspectiva. Desde arriba, hasta los enormes baobabs del oeste malgache se ven distintos. La isla también y su observación detenida nos invita a disfrutar de rincones espectaculares y sobre todo obtener experiencias únicas, viviendo situaciones mágicas, envueltos en la vaporosa irrealidad de los sueños. 

Así son ahora mis viajes. El tiempo detenido, hasta que un día regreso. No sé muy bien por qué lo hago. Supongo que para contárselo a otros, desvelar ciertos secretos, pero sobre todo tender una mano a aquellos viajeros que puedan desprenderse del inseparable reloj durante unos días, y decirles casi en un susurro, que estamos aquí para ayudarles a descubrir ciertos rincones imposibles de la isla más surrealista del planeta.”

Sergi Formentin del #indigobe_team

📸 ©IndigoBe/Sergi Reboredo #embajador_IndigoBe

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